El fútbol es la última conquista en la lista de éxitos deportivos de España.
España es la gran nación deportiva de la actualidad.
El título que acaba de ganar en Sudáfrica es la culminación de un proceso de larga data, que se aceleró a partir de la transformación de la política nacional tras el fallecimiento de Francisco Franco, con sus profundos efectos de apertura social.
Rafael Nadal es el mejor tenista del momento y muchos creen que será recordado como una de las grandes figuras de su deporte en toda la historia.
La lista de buenos tenistas españoles es muy extensa: en el último ranking oficial figuran cuatro profesionales de ese origen en los primeros 20, más que las potencias tradicionales del deporte, como Estados Unidos y Australia.
Severiano Ballesteros transformó el golf en el plano internacional durante los años 80, arrebatando a los estadounidenses el monopolio del protagonismo. A él se debe, en buena parte, el desarrollo del golf en las últimas décadas, según reconocen los comentaristas británicos.
Los motociclistas y ciclistas españoles se han destacado en sus respectivas especialidades durante muchos años.
En motociclismo, son animadores constantes, con presencia habitual en los podios de las tres categorías (125cc, Moto2 y MotoGP).
En ciclismo todavía está fresco el nombre de Miguel Indurain, ganador del Tour de Francia en cinco oportunidades consecutivas (1991-95), cuya herencia se prolonga ahora en Alberto Contador, ganador del Tour en 2007 y 2009, del Giro de Italia en 2008 y de la Vuelta a España, también en 2008.
Contador es el quinto ciclista en la historia que gana las tres grandes "vueltas" del ciclismo internacional.
Una lista distinguda
España también es una gran potencia en el baloncesto.
El equipo nacional demostró su poderío al ganar el título mundial en 2006, el europeo en 2009 y la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2008.
Paul Gasol, una de las grandes figuras del baloncesto nacional, es uno de los principales protagonistas de los Lakers en la NBA estadounidense.
Y en automovilismo, finalmente, Fernando Alonso ha sido bicampeón mundial de F1, al volante de coches Renault. Actualmente conduce modelos Ferrari.
Su éxito ha multiplicado el interés de los españoles por el automovilismo deportivo y en la Fórmula 1 ya asoman nuevos pilotos y hasta equipos de ese origen.
El desarrollo del atletismo y otros deportes olímpicos se aceleró gracias al apoyo oficial durante el proceso de preparación de los Juegos de Barcelona (1992), pero el impulso se mantuvo, algo que no ha ocurrido en otros países.
España ganó 13 medallas de oro en Barcelona, quedando en sexto lugar en la lista oficial, por delante de grandes potencias deportivas como Gran Bretaña, Francia y Australia.
Cuatro años antes, en Seúl, España sólo había ganado 1 oro (4 en total). El impulso de Barcelona se mantuvo en 1996 en Atlanta, con 5 oros y 17 medallas en total. En Beijing (2008), los españoles ganaron 5 oros y 18 preseas en total.
Se mantiene el nivel, aunque sin proyección. Ese es el desafío futuro del deporte español.
Misterio
Conviene resaltar que otras naciones sin una gran tradición deportiva no han logrado mantener el impulso logrado a través del estímulo oficial: Grecia, que organizó los Juegos Olímpicos de 2004, no ganó ningún oro en 2008.
Es un misterio el proceso por el cual el deporte de una nación florece de repente y levanta vuelo
Es un misterio el proceso por el cual el deporte de una nación florece de repente y levanta vuelo. A veces se da en ámbitos reducidos, como fue el caso del tenis en Suecia (con Bjorn Borg) y Alemania (con Steffi Graff y Boris Becker).
En el caso de España, se ha dado en varios deportes de forma casi simultánea y sus efectos se prolongan en el tiempo.
El fútbol es la última adición a la lista, y muchos dirán que es la más importante, por la inmensa repercusión social del deporte más popular.
En realidad, se veía venir.
Antes de la Eurocopa de hace un par de años, que España ganó en forma brillante, muy pocos daban como favorito al equipo entonces dirigido por Luis Aragonés.
Escuela holandesa
Un punto llamativo es que el actual fútbol español reconoce una forma de fertilización por parte de la escuela holandesa, que tiene muy poco que ver con este equipo holandés al que venció en la final.
En comparación con la escuela clásica del Ajax y los grandes equipos nacionales de la década de los ’70, estos holandeses no pasan de ser un grupo discreto, en el que se destacan dos excelentes jugadores, Robben y Sneijder, y dos golpeadores sin escrúpulos, Van Bommel y De Jong, que si no fueran europeos verían la roja en todos los partidos.
Muchos comentaristas señalan "un antes y un después" de la llegada al fútbol español de Johan Cruyff, el máximo futbolista holandés, un genio que pasó por el Barcelona primero como jugador y luego como entrenador.
La trayectoria de Cruyff es de sobra conocida. Baste decir que muchos le atribuyen gran parte de la responsabilidad en el desarrollo del apetito por el buen juego en la liga española, primero, y ahora en el equipo nacional.
Es una pena que esa influencia, que tan bien prendió en España, haya quedado esta vez relegada en el juego de los holandeses, que salieron a interrumpir a patadas el juego de pases y progresión de sus aventajados "alumnos".
Lo bueno, lo alentador, es que el buen juego de este equipo español, el único favorito que estuvo a la altura de sus antecedentes en este mundial, no se disipará tras la jubilación de Xavi, por ejemplo, reconocido como su cerebro.
Aparte de la juventud de buena parte del plantel, está la identificación del público, la crítica y los mismos futbolistas con una forma de jugar y disfrutar.
Es, salvando las distancias, la alegría que han perdido los brasileños.
Club exclusivo
España, como el octavo país campeón mundial de fútbol, entra en el club más exclusivo del deporte, sin necesidad de agradecer a la buena suerte (que la tuvo), ni a los errores del árbitro (que los hubo), ni a la ineptitud del rival.
Como el octavo país campeón mundial de fútbol, España entra en el club más exclusivo del deporte.
No había, entre todos los participantes en el mundial, los 204 países que iniciaron el proceso de clasificación, ninguno que se mereciera más el título.
Se dirá (ya lo dicen) que el tercer fracaso de Holanda en una final se debe a su poco peso demográfico.
Conviene aclarar que esta impresión es equívoca y se debe a lo exiguo de su territorio (apenas 41.000 km2), porque el país tiene más de 16 millones de habitantes, que es una población respetable en términos deportivos.
España tiene 46 millones de habitantes, un nivel ideal para mantener el abastecimiento de buenos cultores de sus deportes preferidos.
España ya está en el podio y la encontraremos allí durante mucho tiempo.
The paradox of insular language
Hace 1 año
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